segunda-feira, 16 de julho de 2012

SAN CIPRIANO - REZAS

                                                                            
Todas las oraciones a San Cipriano.

Oración a San Cipriano.


En el nombre de Dios.
Yo invoco a San Cipriano, rezo y cargo con mi devoción.
Líbrame de todo peligro y daño del prójimo.
Líbrame de lo malo y de todo animal rabioso y venenoso.
Líbrame del maleficio o ensalmamiento maligno.
Dirígeme con toda felicidad y seguridad en mis viajes.
Aclárame el camino.
Aleja de mi, el peligro y todos los daños que me rodean.
Ruego Santo mio intersección gloriosa para Dios.
Amén.

Oración a San Cipriano para petición
En el nombre del gran poder de Dios.
Invoco la sublime influencia del mago San Cipriano.
Rezo y cargo con mi devoción, para obtener éxito y adelanto en todos los asuntos y negocios que emprenda.
Y para allanar todas las dificultades que haya en mi camino.
Para que seas mi protector por la virtud que Dios te ha dado.

A ti te entrego todas mis necesidades para que me brindes tu protección y me libres de todo mal. En tu compañía venceré.
Con tu fuerza me protegeré y de toda mala influencia me libraras.
Amen.

Oracion a San Cipriano para agradecer favores
Altísimo Señor de todo lo creado.
A quien respetan humildes los Arcángeles.
Y rinden vasallaje serafines y santos.
Yo os adoro como centro de todas las perfecciones, autor de todo bien y fuente inagotable de toda santidad.

Gracias te doy Señor por los muchos y señalados dones de la naturaleza y gracia con que enriqueciste en éste mundo a tu fidelísimo siervo San Cipriano.

Te damos gracias, protector nuestro, por los señalados favores que hemos recibido del cielo.
Por tu poderosa intercesión.
Te ofrezco, abogado mío, el culto y la honra que hoy se te tributa con todo el Universo.

Alcánzame, amoroso protector, la gracia que te imploro (pedir la gracia).
Si conviene a mi alma, para que así goce de tu dichosa compañía en la gloria.
Amén.

Oracion a San Cipriano para que nos aclare el camino.
En tu santo nombre, San Cipriano.

Yo rezo y cargo con mi devoción.
Líbrame de todo peligro y daño del prójimo.
Líbrame de lo malo y de todo animal rabioso y venenoso.
Líbrame de la mala lengua de algún malqueriente mío.
Líbrame del maleficio y ensalmamiento maligno, dirígeme con toda felicidad y seguridad en mis viajes.
Aclárame el camino.
Aleja de mi los peligros y malhechores.

También de toda tentación de mis enemigos.
Permíteme que aunque tenga lengua no me hablen.

Esta gracia te la pido por tu santidad y por lo que en tu vida juraste ser defensor contra todo los daños y peligros que rodean al hombre.
Te ruego Santo mío...
Que así me alcances para mí por intercesión gloriosa para Dios.
Amén.

La oración más milagrosa de San Cipriano
*Esta oración tiene la particularidad que la escribió San Cipriano antes de pasar por todo su calvario, como si hubiese sabido, por el sufrimiento tan
grande que iba a tener que pasar.*
Señor
Apiadaos de mi.

Jesucristo
Apiadaos de mi.
Senor oidme.

Dios Padre que estais en los cielos.
Dios Hijo.
Redentor del mundo.
Dios Espiritu Santo apiadaos de mi.
Santa Trinidad.
Apiadaos de mi.

Todos los santos Angeles y Arcangeles rogad por mi.
San Sebastián.
San Cosme.
San Damián.
San Roque.
Santa Lucia.
San Lorenzo.
Rogad por mi.

Todos los Santos sacerdotes.
Levitas, Anacoretas, Virgenes, Viudas, Santos y Santas, interceded por mi.

De todo mal, libradme Señor.
De todo pecado, libradme Señor.
De vuestra ira, llibradme Señor.
De muerte repentina, libradme Señor.
De los lazos del mal, libradme Señor.
De la ira, odio y mala voluntad, libradme Señor.

Angeles de Dios, oidme.
Sin vosotros mi corazón pierde toda su fuerza.
Sean llenos de confusión los que atentan contra mi.
Ea, van gritando ya caeras en nuestros lazos.
Te seguiremos los pasos, y en ellos tropezarás.

Pero los que vos amais, Señor, os honran noche y dia y por eso con alegria, invocan a su Libertador.

Huid amigos de mi desgracia.
En mi Dios he encontrado gracia, huid.
Que estos enemigos sean confundidos y alejados, Señor.

Que vengan truenos y tempestades de mala influencia, para que se alejen de mi presencia.

Sean inutiles Señor, de mis enemigos sus pasos.

Librame de sus asechanzas y sus males, Señor.

Concedeme esta gracia.
Escucha mi súplica y que el grito de mi corazón llegue hasta ti.
Amén.


sábado, 9 de junho de 2012

CORTE INDIA

CACIQUES VENEZOLANOS

Caciques de Venezuela


Las tribus indígenas, sostuvieron una tenaz lucha contra el invasor español, donde el conocimiento de materiales bélicos de la época jugo papel importante en el exterminio de los grupos aborígenes.

Los caribes, al igual que otras tribus, mostraron una resistencia implacable contra quienes buscaban someterlos en su propia tierra. Los caballos, perros amaestrados, arcabuces, fuerte vestidura y una gran experiencia en el arte de la guerra no lograron extinguir el grito de libertad que retumbaba en las montañas venezolanas, con flechas y lanzas combatieron con tenacidad regando los campos de batalla con su sangre americana.

Esta lucha encarnizada duró varios años de enfrentamientos; hubo episodios de heroísmo, destacando el ímpetu y gallardía de valientes caciques como: Guaicaipuro, Baruta, Chacao, Tamanaco, entre otros.


ARAMAIPURO


Este cacique fue uno de los jefes de los temibles mariches. Formó parte de la coalición de caciques que se enfrentó a Losada en Maracapana. Bajo su mando actuaron los caciques Chacao y Baruta, y como una especie de jefe de estado mayor participó el cacique Aricabuto.

Según Oviedo y Baños, Aramaipuro se presentó con un ejército integrado por tres mil flecheros. Fue la más grande concentración indígena en un batalla concebida para destruir al invasor. La estrategia fue tan bien planeada que Diego de Losada sólo se enteró del peligro cuando ya la mayor parte de las tribus se había reunido.

Aramaipuro y sus hombres esperaron a Guaicaipuro, pero al no llegar éste tomaron la decisión de retirarse sin presentar batalla. Sólo Tiuna y sus bravos se quedaron, pelearon y murieron.

Aramaipuro siguió peleando muchos años y ya viejo se retiró con sus hombres hacia la costa oriental, en donde se enfrentó a Sir Walter Raleigh, que en 1595 asaltó Cumaná, donde murió. Los piratas atraparon a su hija Urimare que fue destinada como trofeo de guerra para Raleigh, pero la agilidad y coraje de la muchacha la ayudaron a fugarse del bergantín inglés, ganando a nado la costa, pero al llegar a la playa los españoles la hicieron prisionera. Varios meses estuvo Urimare esclavizada por los íberos, hasta que un día, ante el intento de violación de uno de los soldados, Urimare lo hiere mortalmente y huye. Llega a las tierras de Guaicamacuto. El viejo cacique la hace su hija adoptiva. Cuenta la leyenda que Urimare, la hija del gran Aramaipuro, consiguió que la tribu de su padre la obedeciera y se convirtió en la primera mujer en gobernar en este territorio. Al principio, combatió a los españoles, pero aconsejada por su padre adoptivo decide hacer la paz.

ARICHUNA

Arichuna pertenecía a la tribu de los jiraharas, ubicando su radio de acción en la región de lo que hoy es Lara y parte de Yaracuy. Se formó bajo las órdenes del cacique Queipa y a la muerte de éste, fue seleccionado para dirigir la tribu con el rango de cacique. Luchó al mismo tiempo contra los españoles y contra otra tribu enemiga dirigida por el cacique Guaratarí.


Fue el primer cacique que tuvo que ver con la Santa Inquisición, debido a su amistad con Juan Fernández, de origen morisco-portugués, quien fue acusado de herejía por el Tribunal Inquisidor y condenado a muerte. Arichuna, que había aceptado la paz, y que se dedicaba al comercio de especias con los españoles, no pudo creer que aquel hombre, de buenos sentimientos pudiera ser un hereje. Trata de interceder en su favor. El Gobernador Juan de Leiva no quiso tomar cartas en el asunto y Arichuna decide salvarle la vida a su amigo, ataca la prisión, en Valencia, y logra liberar a Juan Fernández. Este hecho ocurrió a finales de 1556. Pasado cierto tiempo, obtuvo el perdón, pero su agradecimiento por Arichuna fue tal que jamás abandonó la tribu.

Arichuna vivió muchos años comerciando con los españoles y éstos lo tuvieron siempre en alta estima.

BARUTA

Hijo de Guaicaipuro y de Urquía, Baruta recibe de manos de su madre el penacho con plumas rojas, que había usado su padre, al tiempo que le decía:

"Sean estas plumas rojas el símbolo de la sangre de tu padre y de tu pueblo derramadas por el invasor que viene a arrebatarnos nuestra tierra. Defiéndelas con honor."

Baruta no solo atacaba al enemigo, sino que con frecuencia establecía pactos y alianzas con otras tribus rebeldes y obtenía grandes victorias. Sin embargo, en un enfrentamiento contra los españoles es hecho prisionero y conducido ante Garci González de Silva, que para ese momento era el Regidor del Cabildo, y le explica el plan que tiene España para desarrollar la zona y darle mayor bienestar a sus pobladores. Le ofrece la libertad a cambio de la firma de un tratado de paz aceptado por el cacique.

Baruta fue un gran jefe en la paz, gozó de la máxima consideración de los españoles, respetaron su autoridad y sus tradiciones, cooperaron con él, enseñándole nuevas técnicas ganaderas y de cultivos.

Al morir Baruta fue enterrado con su rito. Más tarde, en 1620, el Gobernador Francisco de La Hoz Berríos, constituyó en su honor, en el sitio donde vivió el cacique, una parroquia con el nombre de San Francisco de Paula de Baruta.


CATIA

El cacique Catia ejercía su mando en el territorio ubicado desde la fila que ocupaban los mariches, siguiendo toda la serranía que circunda a Caracas, hasta el litoral. Le gustaba enseñar a los jóvenes guerreros y entre sus alumnos estaba el inmortal cacique Tiuna. Supo ganarse la amistad de numerosos caciques y jefes de tribus. Fueron sus aliados, entre otros, Guaicaipuro, Mamacuri, Guaicamacuto, Naiguatá, Chacao, Baruta y Prepocunate, con cuya colaboración obtuvo significativas victorias. Derrotó a las huestes de Garci González en el valle de Los Guayabos. Era gran estratega, fue piache, con grandes conocimientos de hechicería, magia y artes curativas.

Cuando murió Guaicaipuro, quiso recomenzar sus proyectos para enfrentar al enemigo y se entrevistó con sus caciques amigos, pero cansados de combatir, desmoralizados por la muerte de Guaicaipuro y después de la batalla de Maracapana, ninguno de ellos quiso volver a los enfrentamientos aborígenes.

Muere en Los Teques, en 1568, luchando contra las tropas de Diego de Losada.

CAYAURIMA

Cacique cumanagoto de formidables atributos para la lucha, logró que numerosas tribus vecinas e incluso lejanas se unieran a la suya en la contienda a muerte contra el invasor.

En 1520, hace frente a los españoles asentados en Nueva Andalucía, hoy Cumaná. En una de esas batallas dan muerte al gobernador, capitán Diego Fernández de Zerpa, primer mandatario español en esa población.

Cayaurima se caracterizó por su cojera, producto de una estocada de lanza recibida en combate. Cae muerto en una celada que los españoles le tendieron, cuando merodeaba un campamento castellano.

CHACAO

Chacao, llamado el Hércules americano, de raza caribe, gobernaba justamente en la región caraqueña que hoy lleva su nombre, pero su dominio iba mucho más allá, acercándose a Los Teques. Su aspecto físico era impresionante, era de gran tamaño, tenía audacia y una capacidad muy especial para preparar ataques tipo comando.


Su cacicazgo lo ejercía con sentido democrático y no se recuerda ninguna injusticia cometida contra su gente. Era respetuoso de las normas y de las tradiciones que regían a su pueblo, inclinándose fuertemente por la ayuda a los más débiles, especialmente niños y mujeres.

Su territorio lo defendió con tesón y empuje. Se alió con Guaicaipuro y participó en la coalición de jefes que durante siete años mantuvieron el control sobre todo el valle de los Caracas y la región montañosa de los indios Teques. En 1567 el indio Chacao se enfrenta a Juan de Gámez, oficial de Diego de Losada, quien lo reduce a prisión. Al saber Losada que el bravo Chacao es su prisionero, decide dialogar con él y recobró su libertad. En 1568 renueva su alianza con Guaicaipuro y con sus hombres acude al sitio de Maracapana, serranía adyacente a Caracas.

Conocida su inclinación a ayudar a los débiles, especialmente a los niños y mujeres, se le hace saber que un capitán llamado Catario había secuestrado a dos indiecitos y que los tenía esclavizados, juró rescatarlos y devolverlos sanos y salvos a su familia. Chacao fue a rescatar a los niños, entró con gran destreza al campamento español y los liberó. Los hombres de Chacao observaron que su jefe estaba gravemente herido, fue atendido de inmediato por su piache, pero ya no había nada que hacer, el cacique había perdido mucha sangre. Su muerte causó un profundo dolor en su pueblo.

CHICURAMAY -CAICURIAN

Chicuramay fue uno de los veintitrés caciques que fueron condenados a muerte después de la desaparición de Guaicaipuro, por una cruel decisión de la Alcaldía de Caracas, que deseaba alcanzar rápidamente la pacificación del valle. El alcalde los hizo aprisionar, los juzgó sin pruebas y los condenó a muerte. Chicuramay era un cacique muy joven, valiente y amado por su gente, lo que motivó que uno de sus guerreros, el bravo Cuaicurián, se presentara a los jueces, que eran Pedro Ponce de León y Martín Fernández de Antequera y les afirmara que estaban en un error y que el verdadero cacique Chicuramay era él. Sorprendidos los dos funcionarios por la aseveración, procedieron a interrogarlo y quedaron convencidos, ya que Cuaicurián era un joven fuerte con dotes de mando y con conocimientos de las operaciones de su tribu.

Cuando Chicuramay recibió la noticia de que estaba en libertad, no imaginó nunca la dolorosa razón que la causaba.

Cuaicurián fue torturado por indios mercenarios, al igual que los otros 22 caciques, y al despuntar el alba fue salvajemente asesinado. Era el año 1569. Chicuramay tembló de ira al saber toda la verdad y buscó venganza. Averiguó que el asesino había sido un hombre de apellido Portolés, que trabajaba como asistente de Fernández de Antequera y le quitó la vida.

CONOPIMA

Hombre de confianza de Guaicaipuro, alcanza el cacicazgo después de la muerte de éste. Se cree que fue de origen caribe, procedente de lejanas tierras. Llegó a las proximidades de Los Teques y se radicó en El Peñón.

Venció en muchas peleas al lado de Guaicaipuro y una de sus más sonadas victorias fue la de Las Adjuntas.

En enfrentamiento con Garci González de Silva, en el sitio de Los Carrizales, en 1572, donde al bravo Sorocaima le es amputada la mano, el cacique Conopaima decide buscar la paz con el invasor y se retira de la lucha. Más tarde se arrepiente de su determinación y vuelve a la lucha contra el enemigo. Una noche, estando con su esposa a orillas del río Macarao los españoles los emboscaron y les dispararon para matarlos. La mujer del cacique resultó herida. Conopaima la tomó en sus brazos y ya en la curiara decidió hundirse con ella para morir juntos, pero no fue necesario, un soldado acabó con la vida del cacique.


GUAICAIPURO

Nacido en Caracas en 1530 y guerrero de confianza del gran Cacique Catuche, asume el cacicazgo a los 20 años de edad, cuando este cacique muere. Guaicaipuro gobernaba a los Caracas y los Teques, ejerciendo directo control sobre los seis caseríos que circundaban su cuartel general en Suruapo.

En 1560 el Gobernador Pablo Collado nombra a Juan Rodríguez Suárez, Teniente General de la Provincia de Caracas y le ordena pacificar a Guaicaipuro. Rodríguez se alía con el mestizo Francisco Fajardo y vence al Cacique de los Teques en las batallas de San Pedro y La Quebrada.

Fajardo intenta fundar un caserío en lo que hoy es Catia. Sin embargo, ante un ataque ordenado por Guaicaipuro y ejecutado por Paramaconi, el recién fundado caserío (1560) es arrasado. El año siguiente, en 1561, Juan Rodríguez Suárez refunda el caserío con el nombre de Villa de San Francisco, pero corre la misma suerte que el anterior.

En enero de 1562, Guaicaipuro y Terepaima enfrentan y matan al Capitán Luis de Narváez. Guaicaipuro convoca entonces a una alianza estratégica de todos los caciques de la región, aceptan el pacto los jefes Baruta, Naiguatá, Chacao, Aramaipuro, Guaicamacuto, Paramaconi, Terepaima y Chicuramay. Durante años esta alianza se mostró triunfadora, pero Guaicaipuro perdió su oportunidad en Maracapana, en 1568, batalla clave en la que participaron todas las tribus aliadas. Derrotados por el ejército conquistador en forma contundente, la coalición se disuelve y los jefes regresan a sus tierras. Guaicaipuro se refugió en Suruapo. Ese mismo año ataca a Diego de Losada, esté ordena al Alcalde Francisco Infante que ataque a Guaicaipuro en el propio sitio de Suruapo, Infante buscó indios pacificados y fieles a España que conocian el modo de llegar a la vivienda del cacique. En Suruapo penetraron hacia el caney del jefe indio, Guaicaipuro tomó la espada y dio muerte a los que lo atacaron. Se guareció luego en su choza, pero los españoles le prendieron fuego y conminado a rendirse el cacique no aceptó y prefirió morir atrapado por las llamas.

GUAICAMACUTO

Este cacique de la tribu de los caribes se caracterizó no sólo por ser calculador y astuto, sino también, por ser negociador con sus homólogos y jefes indígenas Comandaba la costa litoral venezolana, desde La Guaira hasta Oriente.

En 1555 inicia su entrada en la historia al recibir al mestizo Francisco Fajardo en forma pacífica.

En 1558, Guaicamacuto en unión con el indio Paisana, dirigió la rebelión contra los españoles.

Promovió la Alianza de Uvero con Terepaima, Catia y Paramacay. Atacó a Rodríguez Suárez, unido a Terepaima y Guaicaipuro en el sitio de Las Lagunas, donde perdió la vida el capitán español.

En 1568 se unió a Guaicaipuro en la batalla de Maracapana.

Más tarde decide pactar con Losada lo que le permitió regir en paz los designios de su pueblo hasta que le sobrevino la muerte a edad avanzada.



GUARATARI- QUEIPA– MAMACURRI

En 1555 Alonso Díaz de Moreno funda la ciudad de Valencia del Rey e inicia tratos con los caciques, con el fin de pacificar la región. Queipa, uno de los caciques más influyentes de la zona, pacta la paz con el conquistador, pero el Cacique Guaratarí no le perdona lo que considera una traición y le declara la guerra a ambos.

Guaratarí enamorado de la princesa Tibaire, hija de Queipa, envía a el Piache El Tiznado a negociar la boda, lo que fracasa y Guaratarí, lleno de furor, inicia una terrible guerra contra el cacique Queipa y su tribu; en ese enfrentamiento el jefe jirahara muere en las manos de El Tiznado. Guaratarí también elimina al cacique Mamacurri y sigue la guerra contra España, sin coordinar con otros caciques, hasta que un día murió su fiel Tiznado y más tarde, él pierde la vida al enfrentarse a los arcabuces españoles, en una batalla cercana a Valencia.

GUARAUGUTA

Este cacique intensificó sus ataques contra el Capitán Diego García de Paredes en 1562 quien es llamado a España y designado gobernador de la provincia de Popayán y cuando venía a tomar posesión de su cargo, en 1563, decide descender en Cabo Blanco, Venezuela, y es atacado por el cacique Guarauguta y pierde la vida al lado de sus lugartenientes Alonso Zapata y Francisco de Las Casas. Pocos hombres pudieron salvar sus vidas. Huyen en su barco y viajan hacia Borburata, esto le dio fama al cacique Guarauguta, quien intensificó sus ataques contra los invasores. El capitán Gómez de La Peña, vence al guerrero, quien muere acribillado en los alrededores de Catia La Mar.

MANAURE


Manaure hombre pacífico y negociante apreciaba la paz como sistema de vida. Su relación con los españoles se complicaba en ocasiones, pero no por su culpa. Los conquistadores irrespetaban la autoridad de los caciques y ni siquiera consideran a aquellos jefes que se convertían en sus aliados.

Fue jefe de la nación caquetía o caiquetía, la cual estaba ubicada en la zona que hoy ocupa el estado Falcón.

Era un hombre valeroso, pero prudente, que ostentaba un cacicazgo muy al estilo de las cortes europeas. A diferencia de Guaicaipuro y, en general, los jefes caribes, no sufrió penurias y pruebas antes de ser designado cacique. Representaba a una nación que tenía como principio servir al jefe, brindándole toda clase de comodidades. En sus recorridos, el jefe caquetio era transportado en hamaca o en andas, cargado por sirvientes de su propia tribu. Su área de influencia abarcaba además las islas circunvecinas, hoy llamadas Aruba y Curazao. Su centro de poder lo tenía ubicado en el poblado de Todariquiba, cerca de la actual Sabaneta. Luego de la fundación de Coro, en 1527, se traslada a esa ciudad. Entró en contacto con los españoles a través de sus guerreros Baracuyra y Baltasar. En principio, negociaron la paz con Gonzalo de Sevilla, asistente de Juan de Ampíes, hacia el año 1522. En 1525 un grupo de traficantes de esclavos asaltan la zona y toman prisioneros a varios parientes de Manaure. Ampíes los socorre y los rescata de sus captores, que los habían llevado a Santo Domingo para venderlos, y Manaure quedó para siempre agradecido de Ampíes, quien lo bautiza en 1528 con el nombre de Martín. Cuando Ambrosio Alfinger asume el poder, procede a expulsar a Ampíes y apresa a Manaure. Luego de su liberación, Manaure se retira a unos 300 kilómetros de Coro.

A Manaure le fue conferido señorío sobre tierras y vasallos, pero este trato se rompe y el viejo cacique se refugia con sus bravos en las tierras de Yaracuy, que le da protección, y allí muere en un enfrentamiento con los hispánicos en el sitio de El Tocuyo.

MARA

Este cacique de trato firme y autoritario, asumía toda la figura autocrática de quien gobierna asistido por poderes sobrenaturales.

Fue caudillo de una vasta región occidental que se extendía desde las orillas del lago conocido como Maracaibo y el río Magdalena, en el límite con lo que hoy día es Cartagena. Los fieros indios motilones conocieron las incursiones de este cacique que consiguió someter a muchas tribus de la región, con las cuales hizo frente al invasor. Perfecto conocedor de la geografía guajira, Mara consiguió ejercer una prolongada resistencia al invasor español.

Muere luchando contra un capitán español, que lo captura malherido y lo deja sumirse en su agonía, tratando de negociarle un trato de libertad a cambio de su riqueza. A la muerte de Mara no le sucede ningún otro cacique de su talla, por lo que la región fue prácticamente pacificada.


MARACAY

Maracay fue un valiente guerrero, perteneciente a la tribu de los araguas, cuyo nombre serviría luego para denominar una nueva tribu descendiente de la que él era originario.

Dominó sobre la extensión que hoy ocupa el estado Aragua y parte de otros estados colindantes, especialmente hacia la costa por los predios del cacique Turiamo, quien fuera su aliado en muchas batallas.


La fama de Maracay se sustenta en la derrota de Rodríguez Suárez. La batalla sostenida contra los soldados del mencionado capitán degeneró en duelo entre cacique y conquistador. La destreza y fortaleza de Maracay acabó pronto con su contrincante, quien debió retirarse vencido a su campamento.

La muerte de Maracay le sobreviene a temprana edad, como consecuencia de la traición de uno de los suyos, lo que permite que el conquistador español lo ejecute mientras descansaba.


MEREGOTE

Cacique sucesor de Maracay, le correspondió la difícil tarea de dirigir a sus hombres en contra de los invasores, después de la muerte de Maracay. Gracias al tesón, liderazgo y estrategia, consigue reagrupar a los indios araguas y los convoca a un juramento en el que se comprometieron, en honor de su antiguo jefe Maracay, a luchar hasta la muerte.

Por su parte, los españoles no titubeaban ya para alcanzar su objetivo. La tierra ocupada por el cacique Meregote y sus indios araguas debía ser rendida a la bandera española a la mayor brevedad.

Los dos bandos se enfrentaron en una batalla definitiva en el sitio denominado La Colina de La Cruz. Allí murieron los hombres de Meregote. Ninguno se rindió. Meregote fue un digno heredero de Maracay.

MURACHI

Con este nombre se conoce al bravo cacique mocotíe, que habitaba en la sierra merideña, en un lugar de muy difícil acceso cercano al río Chama. El sitio era denominado Murrupuy por los indígenas. Eran indios laboriosos, que producían algodón con el que tejían bellas cobijas y ruanas, que les servían para protegerse de las inclemencias del tiempo. También producían otras artesanías y se dice que llegaron a poseer minas de oro en Acequías y Aricagua. Enfrentó las tropas de Juan de Maldonado, que fundó Mérida en el año 1559. Su esposa era la princesa Tibisay, hija del cacique de Las Vegas del Mucujún.

Eran adoradores del sol, al cual llamaban Ches. En la medida en que la guerra avanzaba, Murachí se dio cuenta de que la gran belleza de su amada la ponía en peligro y para protegerla la envió hacia el interior de su territorio, en el sitio más recóndito y secreto, en compañía de sus guerreros más leales. Sus hombres fueron diezmados y su tierra conquistada por el hombre blanco, pero Murachí nunca se rindió. Murió peleando contra el invasor en el año de gracia de 1560.


NAIGUATA

Naiguatá, cacique de la familia caribe, ejercía su dominio a lo largo de una extensa zona costera que partía del río Anare, en los predios del Cacique Guaicamacuto, hasta las costas anzoatiguenses de lo que hoy se conoce como Puerto La Cruz.

Naiguatá, tenia como huéspedes a los soldados de Rodríguez Suárez y uno de ellos, queriendo lucir sus dotes de cazador, hirió de muerte a una gaviota, hecho que encolerizó a Naiquatá, exigiendo la ejecución del agresor y no consiguiendo tal solicitud con Rodríguez Suárez, tomó por asalto el campamento de los soldados y sometió a sentencia al inculpado. Al momento de dar muerte al reo, una bandada de gaviotas hizo acto de presencia Naiguatá interpretó como el perdón de las aves hacia el agresor y lo soltó.

Naiguatá vivió muchos años y pudo conocer muchos de los cambios culturales que impuso el colonizador.


PAISANA

En 1555 el cacique Paisana estableció amistad con el mestizo Francisco Fajardo, hijo de una princesa guaiquerí y de un español de su mismo nombre. Fajardo solicitó paso libre por la tierra de los Caracas, a lo que accede el jefe indio. Fajardo entró al valle en compañía de sus hermanos Alonso y Juan Carreño, que también eran mestizos y de 20 indios de confianza. En 1557 regresa al valle de los Caracas, esta vez acompañado de su madre y de unos 100 indios guaiqueríes. Llevaba autorización del gobernador Gutiérrez de La Peña para gobernar y poblar la costa desde Borburata hasta Maracapana. Paisana no aceptó la fundación del Hato de San Francisco que hizo Fajardo en 1560, envenenó las aguas, causando la muerte a mucha gente, incluyendo la madre de Fajardo y éste lo condenó a morir en la horca.

PARAMACAY

Cacique de origen cumanagoto, gobernó su tribu hacia el año 1569. Su territorio estaba ubicado en la región de Mamo, entre la costa barloventeña y el valle de Los Guayabos.

Tocó a Paramacay un tiempo difícil en la lucha contra el colonizador, por cuanto debió reiniciar los enfrentamientos a raíz de la instauración de un encomendero, el capitán Julián Mendoza, quien quiso imponer el trabajo gratuito y obligar a los menores de 20 años para que se convirtieran en servidumbre suya o de sus familiares.

Paramacay enfrenta en diversas escaramuzas a su tribu contra el encomendero y sus seguidores. En una de ellas captura y secuestra a Dolores Ruiz, la esposa de Julián Mendoza y a sus dos menores hijos, por quienes exige rescate al comendador y pide trato justo y conciliatorio para los suyos, logrando su objetivo mediante la presión del plagio.


PARAMACONI

Su nombre significa caimán pequeño. Habitaba en la zona centro-norte-costera del país. Los españoles lo llamaban el cacique-caballero. Se unió a Guaicaipuro al iniciarse la década de los sesenta y presentó dura oposición a las tropas invasoras. Su origen cumanagoto lo ubica en la raza caribe.

En 1561 Guaicaipuro atacó las minas de la región de Los Teques, en donde murieron todos los españoles, incluyendo los hijos de Rodríguez Suárez y Paramaconi también arrasó con sus guerreros la Villa San Francisco, levantada por Rodríguez, en el mismo lugar donde Losada fundará a Caracas seis años más tarde. Cuando ya tenía ganada la batalla, ocurrió que una estampida de ganado destrozó a sus bravos toromainas y se vio obligado a retirarse.

Paramaconi atacó más tarde, unido a la coalición de caciques, el sitio del Collado (hoy Caraballeda) en donde vencieron a Fajardo y éste se retiró a Margarita con sus hombres. En 1567 llegó Diego de Losada y realizó la fundación de Caracas. En 1568 concurre a la gran coalición convocada por el gran jefe Guaicaipuro, pero la operación no tuvo éxito.

A comienzos de 1570, Garci González decidió exterminar al enemigo y lo atacó de noche en su caney. Paramaconi en la lucha fue herido y González le mando a curar las heridas y a partir de ese momento hubo paz entre ambos hombres y fueron amigos.



PARIATA– MAIQUETIA

A mediados del Siglo XVI, se encontraban liderando a los indios del litoral central los caciques Pariata y Maiquetía. Se dice que Maiquetía era el verdadero cacique y que Pariata era uno de sus guerreros de mayor confianza, al lado de hombres de la calidad de Curucutí y Guracarumbo.

Pariata tenia su residencia en el lugar denominado Los Guayabos, en lo que hoy es Catia La Mar, pero su territorio abarcaba todo el sitio de lo que aún hoy se llama Pariata en el litoral central venezolano. Su vecino más cercano era el cacique Maiquetía, quien muy pronto decidió pactar la paz con los españoles. Pariata no se doblegó. Una de sus mas recordadas hazañas fue la del ataque al bergantín español El Pelayo, el cual incendió y destruyó por completo.

Pariata decidió pelear al lado de Guaicaipuro y cuando éste muere sirvió en las tropas de Tamanaco, una vez liquidada la resistencia y pacificados la mayor parte de los grandes jefes se retira con sus familiares y allegados a un sitio apartado.

Murió en edad avanzada pero pudo ver la fundación de La Guaira por Diego de Osorio el año de 1589.



PREPOCUNATE

Formado entre los guerreros de confianza de Guarauguta, al lado de quien luchó hasta su muerte, Prepocunate recibe el cacicazgo de los indios guaraúnos, entre quienes se destaca por su ferocidad. Era hombre de poco hablar, de extrema exigencia con sus hombres y consigo mismo. Esta conducta ejemplar le dio un halo carismático entre las tribus caribes y eso le permitió acometer con valor y éxito cientos de empresas en contra de las tropas españolas.

Para doblegarlo, el gobierno español seleccionó a los capitanes Hurtado y Carrizo, quienes lo apresaron y para que no escapara lo amarraron alrededor de un árbol, custodiado por un pelotón que debía escoltarlo hasta el momento de su ejecución.


Al día siguiente al amanecer, Hurtado fue a buscar al prisionero para conducirlo al lugar de su ejecución, al llegar al árbol sólo encontraron las sogas rotas, tiradas en el suelo, junto a una rosa de montaña que el fiero guerrero caribe acostumbraba usar en su larga cabellera negra.

Prepocunate no apareció. Se desvaneció, sin que los españoles pudieran encontrar una explicación racional. Sin embargo, a los pocos días volvieron a saber del cacique. Prepocunate comenzó entonces una guerra devastadora, golpeando duramente al adversario, sin darle tiempo para reaccionar, y desapareciendo con toda rapidez del campo de batalla. Un día del año 1570 al tratar de atacar por sorpresa en el sitio donde hoy se levanta la ciudad de Los Teques, fue nuevamente cercado y luchó hasta la muerte.


SOROCAIMA

Algunos historiadores afirman que era guajiro o tequeño de clase guerrera y que llegó a la región de los indios Teques por problemas que tuvo en su propia tribu. Llegò a convertirse en hombre de confianza y uno de los lugartenientes del gran Guaicaipuro y a la muerte de éste, quedó como jefe guerrero bajo el mando de Conopoima


En 1570 participó en los ataques contra la recién fundada Santiago de León de Caracas, bajo el mando de Conopaima y Terepaima. En 1572, Garci González de Silva apresó a Sorocaima, Conopaima seguía resistiendo. Ante este hecho y deseoso de terminar la batalla rápidamente, González decide utilizar a Sorocaima como carnada y dice en alta voz, para que lo escuchen los otros guerreros, que el jefe indio perdería su mano derecha, que le sería amputada, a menos que se rindieran. En este último caso, se perdonaría la vida a todos. Es allí cuando el Jefe Sorocaima, le dice a los guerreros:

Ataquen con fuerza, mis valientes, que los españoles no tienen mucha gente.

Y luego, sin vacilar, estira el brazo para que le amputen la mano derecha, lo cual fue llevado a cabo por oficiales al servicio de Garci González. Sorocaima, en un gesto que reflejaba por igual el valor y la grandeza de su raza, tomó con su izquierda la derecha y, levantándola la ondeó en señal de triunfo. Luego, avanzó hacia sus hombres. Garci González había ordenado su libertad. Sin embargo, al dar la espalda al enemigo uno de los soldados le disparó a traición, quitándole la vida.


TAMANACO

Dos años después de la muerte del gran Cacique Guaicaipuro, surge Tamanaco, cacique de los indios mariches y de los quiriquires.

Su misión, al igual que Guaicaipuro, era la de propiciar una alianza entre las diferentes tribus. El 5 de diciembre de 1570, llegó a Coro, capital de la provincia de Venezuela, el gobernador y capitán general Diego de Mazariegos, pacta con los enemigos de Tamanaco. Nombra al avanzado Francisco Calderón para pacificar el valle de Caracas y lo designa teniente general de la recién fundada ciudad de Santiago de León de Caracas.

Calderón envía al capitán Pedro Alonso Galeas a rendir a Tamanaco. Galeas lo persigue y entra en tratos con el cacique Tapiaracay, enemigo de Tamanaco y del pacificado cacique Aricabuto, quien le ofrece ayuda a cambio de que le entregue a este último. El trato no se consolida y Galeas se mide con Tamanaco en una pelea en la que participa Garci González de Silva y el indio Aricabuto, que les sirve de guía. El combate no tuvo vencedor. Tamanaco decide atacar a Caracas, los españoles retroceden hasta las orillas del río Guaire. El capitán Hernando de la Cerda, se enfrenta con Tamanaco y este vence. Los indios no advirtieron la llegada de una caballería española, Tamanaco y sus hombres quedaron atrapados y fueron hechos prisioneros. Guaicaipuro fue condenado a morir en la horca, luego su cabeza sería exhibida para que sirviera de escarmiento a los rebeldes. Garci González, que había sido elegido Regidor del Cabildo de Caracas en 1573, estuvo en desacuerdo con la medida, ya que admiraba el valor, el temple y la dignidad demostrada por el guerrero. En el medio de estas consideraciones intervino un capitán de apellido Mendoza, que era propietario de un perro y sugirió que le dieran a Tamanaco la oportunidad de escoger entre la muerte en la horca o la posibilidad de salvar su vida si vencía al perro. Garci González estuvo de acuerdo, al igual que el resto de los miembros del Consejo de Guerra, Tamanaco acepto.

Tamanaco fue desatado y colocado en la Plaza Mayor (hoy Plaza Bolívar) Mendoza, soltó el perro, Tamanaco recibió varias mordeduras que le causaron la muerte.

TEREPAIMA

Terepaima, cacique de araucos y meregotos, dueño del territorio que limitaba con los Teques, era tenaz como guerrero, ágil y preciso en las conquistas, alcanzó éxito en las batallas contra Rodríguez Suárez. Su dominio alcanzaba el Tuy, San Pedro, Mariches, hasta el territorio que hoy ocupan los estados Miranda, Aragua, parte de Carabobo, Cojedes y parte de Lara.

Terepaima, sabiendo que el español Rodríguez Suárez lo tenía sentenciado a muerte, reunió los indios Paracotos y en un feroz ataque contra los españoles, extinguió la vida de Rodríguez Suárez.

La victoria y el hecho de que Terepaima fuera el que diera muerte a Rodríguez, le creó una aureola de leyenda. Hasta ese momento, había actuado como jefe sin que los piaches de su tribu aprobaran su ascenso a la categoría de cacique. El triunfo de Terepaima sobre el español que mató a Yoraco, le dio argumentos para adquirir el liderazgo que ambicionaba.

La historia de este hombre demuestra que no sólo fue hábil como guerrero, sino que también tenía dotes para la política y para la diplomacia. De hecho, en 1559 negocia con Francisco Fajardo permitiéndole paso por su territorio después de habérselo negado. En 1561 vence a Luis Narváez, que había penetrado en su territorio con propósitos belicosos. Losada se enfrentó con Terepaima en el 67 y no pudo someterlo.

Fue Garci González de Silva quien logró establecer la paz con él, pero el indio muy pronto volvió a la guerra, a defender lo que creía que era suyo y en una cruenta pelea encontró la muerte a mediados de la década del 70.


TIUNA

Intrépido guerrero, nacido en la tribu de los Caracas, creció bajo la tutela del Cacique Catia y se caracterizó por su rigidez y valentía. Su poder lo ejercía en el valle de Los Guayabos, territorio que hoy día es conocido con el nombre de Catia La Mar.

Su dominio se extendió a través de las montañas, limitando con Filas de Mariches y los Valles del Tuy, incluyendo parte del valle de Caracas. Uno de sus hombres de confianza era el guerrero Aramaipuro, conocido como "ponzoña de abeja". Entre sus éxitos se recuerda el de Villa del Collado, hoy Caraballeda, así como el de Cayapa, donde derrota al legendario y cruel Rodríguez Carpio. En 1568 Tiuna reunió casi cuatro mil hombres, unido a los caciques Guaicamacuto y Aricabuto, para dar una pelea decisiva en Maracapana, sabana cercana a Caracas. Para destruir al invasor, estaban los caciques Naiguatá, Uripatá, Anarigua, Mamacuri, Querequemare, Prepocunate, Araguaire, Guarauguta, con siete mil guerreros; Aricabuto y Aramaipuro representaron a la nación mariche al mando de tres mil flecheros.

El gran cacique Guaicaipuro, que debía acudir con dos mil guerreros, no llego al sitio a causa del mal tiempo. Algunos caciques se retiraron, pero otros, motivados a la lucha por el cacique Tiuna decidieron combatir, Losada los enfrentó. La batalla fue desastrosa, los caciques decidieron retirarse.

Tiempo después, Tiuna se dedicó a hostigar implacablemente a todo conquistador. Los exasperados españoles pusieron precio a su cabeza. Y, según algún cronista, un indio traidor, lo atacó con una flecha causándole la muerte.


YARACUY

Hijo del cacique Chilúa y nieto del indómito Yare, comandaba un imperio de más de 500 poblaciones indígenas, conocida como Guadabacoa.

En el momento del Descubrimiento, el inmenso imperio central estaba integrado por otras tribus, tales como, tarananas, yaritagua, acharigua, torondoyes, y zararas.

Otras tribus, entre ellas los macaures y los caripes se aliaron con los españoles para hacerle frente a Yaracuy.

El conquistador Diego García de Paredes, junto con el capitán Juan de Vargas, intentaron tomar tierra firme e instalarse en el bastión de El Tocuyo, pero Yaracuy los venció en la batalla de Cuyucutúa, en 1552.

Luego es capturado y condenado a muerte, pero consigue desarmar y poner fuera de combate a varios soldados y al fin sucumbió bajo el fuego de los arcabuces.



YARE

Yare, cacique de cumanagotos, quiriquires, charagotos y araucos, gobernante de las tierras que hoy comprenden los estados Miranda, Anzoátegui y parte de Monagas, fue además Piache y sumo sacerdote y uno de los guerreros más fieros entre todos los que se enfrentaron al conquistador español. Derrotó en Maturín al capitán Zerpa, unido a Terepaima; en Barquisimeto, hicieron morder el polvo a Juan Rodríguez Suárez.

Al enterarse de la muerte de Tamanaco, Yare tembló de ira y juró vengarse del capitán Mendoza, dueño de la fiera que dió muerte al cacique, lo persiguió hasta que consiguió acorralarlo en Aragûita. Al tenerlo prisionero lo hizo degollar, junto con su perro, y la cabeza de ambos las envió a los familiares de Tamanaco. Yare siguió su guerra sin cuartel, venciendo y siendo vencido, hasta que un día de 1575 los arcabuces españoles acabaron con la vida del guerrero.



YAVIRE - PARAMAIBOA - PARIAGUAN

Yavire fue uno de los grandes caciques caribes de la región guayanesa. Se le atribuye la unificación de las tribus que moraban en la región del Caroní y extiende su influencia hacia el norte, en lo que hoy son los estados Sucre, Monagas y Anzoátegui. En las batallas causaba muerte y terror entre sus adversarios. En una de sus más cruentas batallas contra el invasor, Yavire descuida su retaguardia y muere bajo el fuego ibérico en la batalla que sostuvo contra ellos en el sitio conocido hoy como Caicara de Maturín.

Poco tiempo antes de morir peleó en Cumaná y allí recibió una fuerte herida en el brazo derecho, que lo dejó semi inútil.

Varios de sus guerreros obtuvieron el grado de cacique o de jefe. Lucharon bajo sus órdenes los legendarios Paramaiboa y Pariaguán, que si bien se enfrentaron por el mando a la muerte de su jefe, muy pronto unieron fuerzas nuevamente para combatir al extranjero.

Paramaiboa, fiel a las enseñanzas de su jefe, funda una coalición de pequeñas tribus hacia el norte de lo que muy pronto sería la nación venezolana.

Su adversario fue el gran capitán español Gonzalo de Ocampo, quien actuando con extrema crueldad quiso dar un escarmiento definitivo a los caribes, para lo cual apresó y ahorcó a varios renombrados caciques; y a otros los envió como esclavos a Santo Domingo. Sin embargo, Paramaiboa en el norte de oriente y Pariaguán en el sur, seguirían fíeles al juramento que le hicieran a Yavire. Unen sus fuerzas y presentan batalla en Guanta (Anzoátegui), pero el militar español les propina una fuerte derrota. Paramiaiboa ataca de nuevo a Ocampo, obligándolo a retirarse hacia Nueva Andalucía (Cumaná). El cacique cobra venganza y somete a juicio militar a veinte soldados y cinco oficiales españoles, los condena a muerte y no los ejecuta gracias a la oportuna intervención de Fray Bartolomé de Las Casas, sacerdote defensor de los indios. El guerrero caribe escuchó los ruegos del padre de Las Casas, a pesar del odio que sentía por Ocampo.

Paramaiboa muy pronto se enfrentó al nuevo jefe español, Alonso de Vera y Aragón, al que también derrotó. Cuando se marchó Vera, conocido en la historia con el apodo de "Tupí", regresó de nuevo Ocampo, pero esta vez traía la diplomacia como arma y un oficial de gran temple de apellido Monsalve. Sus primeras medidas fueron las de apresar a los indios y luego liberarlos, no sin antes entregarles regalos. Al enterarse, Paramaiboa dio la orden de regresar los regalos y de advertir al invasor que debía abandonar sus predios. Ocampo colgó a los emisarios y esto dio inicio a una nueva guerra. Acorraló entonces a Paramaiboa y Pariaguán en el sitio denominado La Zapoara, hoy El Chaparro (Anzoátegui), pero fue vencido por Pariaguán, aunque en la batalla muere valerosamente el cacique Paramaiboa. Pariaguán era un cacique respetado y admirado por sus hombres. La noche de la batalla de La Zapoara, Pariaguán preparó su estrategia sigilosamente, con Paramaiboa, pero cuando comenzaron las acciones, él personalmente dirigió la batalla al frente de sus hombres, Paramaiboa, por su parte, lucha con fiereza y muere en la batalla. Pocos españoles sobrevivieron. El capitán Monsalve, que dirigió a los españoles, no pudo soportar la derrota y se suicidó.

Luego de la batalla, Pariaguán dirigió las exequias de su amigo Paramaiboa y de inmediato se dedicó a consolidar su triunfo, reunificando el antiguo dominio de Yavire. Se preparó para la destrucción final del adversario. Por su parte, los españoles reordenaron sus fuerzas y emprendieron una acción globalizante.

Ocampo decidió entonces unir todas sus tropas y atrapó a Pariaguán en el sitio de Los Cardones (Monagas). Su lugarteniente Castellanos atacó por un lado y Ocampo en persona lo hizo por el otro. Pariaguán fue diezmado y sus tropas aniquiladas. Con los pocos sobrevivientes se internó en las selvas de Guayana y no se supo más de él.


YORACO

Yoraco en la etimología indígena chama significa zorro o diablo. Este indio nació en el valle de Tácata, siendo aún muy joven, visitó a sus parientes quiriquires ubicados en la costa de lo que hoy se conoce como estado Sucre, en Cariaco.


Allí vio las naves españolas llegando a las playas y descargando productos por hombres de una piel pálida, con armas que nunca antes había imaginado, supo entonces, que su tierra ya no era suya y sintió un deseo obsesivo de luchar para reconquistar sus tierras y la dignidad de su pueblo.

Yoraco comenzó a formarse para el liderazgo. Volvió a Tácata y allí fue protegido y educado por los piaches.

Combatió ferozmente al agresor español. Su objetivo era expulsar a los invasores. Creció su fama de hombre valiente, amparado por el poder sobrenatural que le dieron los piaches. Se supo que tenía un amuleto, especialmente ensalmado para él, que lo protegía de todos los males y peligros.

Los españoles enviaron al capitán Juan Rodríguez Suárez para vencerlo, partió con 200 hombres bien armados y un pelotón de caballería. Yoraco lo esperó en su territorio, la batalla fue dura, sin reglas, sin descanso. Un día ganaba Yoraco y el otro le tocaba la victoria a Rodríguez. Cuando llevaban varios días de enfrentamiento, decidieron los dos líderes resolver la contienda ellos mismos.

La pelea comenzó una mañana de 1561, la lucha fue agotadora hasta que decidieron estrecharse las manos en señal de mutuo respeto y admiración, y luego cada bando se retiró a su respectivo cuartel.

Yoraco, enfrentó nuevamente a Rodríguez Suárez y en el combate murió atravesado por la lanza de un soldado ibérico.

Bibliografía:

La Torre Berbeci, Pedro Simon. Caciques. -- Caracas : , 1997. -- 35 p.

Gómez, Carlos Alarico. Los caciques de Venezuela. -- Caracas : Panapo, c1996. 93 p.

Quevedo Martín, Agustín. Visión panegírica de los

ALMAS ARGENTINAS

La Difunta Correa

Deolinda Correa, antes de convertirse en santa popular, fue una mujer viajera, que no dudó en echarse a andar para rescatar a su marido. Y fue precisamente en la ruta donde, sin fuerzas, se dejó morir.

Hoy, los camioneros y conductores de autobuses la veneran como patrona, y solicitan su protección cada vez que salen a trabajar por los caminos de Argentina.

Ellos son, en gran medida, los responsables de la difusión del culto no sólo por regiones remotas del territorio nacional, sino también por los países limítrofes, entre viajantes que cruzan las fronteras con sus cargas.

"Ser camionero es un sentimiento, y la Difunta Correa también lo es. Ante la soledad de las grandes distancias, necesitamos a alguien que nos proteja", afirma Carlos Martín Díaz, al volante por más de 48 años.

El Día Nacional del Camionero, en noviembre, es jornada de reunión en el santuario de San Juan.

Ante la soledad de las grandes distancias, necesitamos a alguien que nos proteja
Carlos Martín Díaz, camionero

Con una caravana a paso lento y ritmo de bocinas, los conductores recorren los 70 kilómetros que separan la capital provincial del santuario de Vallecito.
Viajan con sus familias en pleno, cargan ofrendas y llevan una lista de pedidos para que "la Difuntita" les cumpla a lo largo del año.
Muchos tienen en sus carrocerías la imagen pintada de la mujer sufriente, con el hijo abrazado a su pecho, como signo visible de su devoción.

"Todo camionero va con la Difuntita Correa. Es una cosa increíble, yo vivo por ella", relata Díaz a BBC Mundo.

"Tuve varios accidentes, y me salvé por la Difunta, porque ella quiso... en uno de ellos, simplemente le entregué las llaves del camión y le dije 'Difuntita, vos guiame'. Me ha concedido muchos milagros", revela.

Carlos Martín Díaz participa en la caravana de camiones desde sus inicios.
"Mis padres me enseñaron que la Difuntita es de lo más milagrosa. Nosotros llegábamos con mal de ojos, sin saber qué nos pasaba, al santuario pequeño que estaba armado bajo un algarrobo. Ella nos curaba. Y ahora mire el santuario, es una ciudad...", agrega el camionero.

Como sus colegas de las rutas, Díaz celebra con la santa cada logro y adquisición: un camión nuevo, la posibilidad de trabajar durante la cosecha, la llegada a destino con buena salud, la protección ante los contratiempos del camino...
"Nos encomendamos a ella para que no nos asalten, también", dice Díaz.

Los camioneros devotos corrieron la voz de que la Difunta es "cobradora": el culto exige que se pague sin demora la promesa una vez esta santa intercede para su cumplimiento.
Si no, sus fieles creen que el enojo de la patrona puede manifestarse anulando el favor concedido, o bien cerrando toda posibilidad de un nuevo pedido.
En la Cabalgata de la Fe

Antonio Caballero, presidente de la Confederación Gaucha, organiza la Cabalgata de la Fe.
Otro de los momentos en los que el santuario desborda de devotos es el día de la Cabalgata de la Fe, una celebración de hombres de campo convertida en tradición por la Confederación Gaucha Argentina.
La procesión, que dura dos días, se repite desde hace 16 años. En 2006, fueron dos mil los jinetes participantes, a los que se unieron carruajes, tractores y otros vehículos.
Como dijo a BBC Mundo Adolfo Caballero, presidente de la Confederación, la figura del gaucho está directamente relacionada con los orígenes de esta devoción.

"A la Difunta la encuentran dos gauchos. Luego, los que popularizaron el culto fueron los arrieros y troperos que pasaban por el lugar regularmente. Primero los gauchos, y luego los camioneros: ellos son gauchos montados en caballos mecánicos, que continúan la tradición", afirma Caballero.

No veo incongruencia entre el pensamiento católico y la creencia popular. Si el pueblo tiene inclinación hacia estos santos, es porque hay un vacío en otra parte, ¿no?

Adolfo Caballero, presidente de la Confederación Gaucha
Además de gaucho por convicción, Caballero es abogado, ministro de la Corte de Justicia de San Juan, y devoto de la santa popular.

"Yo fui educado en una universidad católica, creyendo que estos mitos no tenían ningún valor hasta que fueran canonizados oficialmente. Pero el pueblo sabe... Yo sé que la Difunta es milagrosa, porque me lo contaron y porque lo viví", declara.
La creencia popular señala que, cuando se viaja por ruta desde San Juan capital hacia el este, hay que "hacerle una pasadita obligada" a la Difunta: entrar al santuario a saludarla, aunque sea sin bajarse del vehículo.

Para Caballero, este es un ritual ineludible: "Un amigo mío se reía, decía que eran puras pavadas de criollos ignorantes. Una vez, él pasó por el frente del paraje en un coche flamante, y no cumplió con la tradición. Créase o no, en una curva inocente tuvo un vuelco y casi se mata... Estuvo seis meses internado, y ¡le cobró un respeto a la Difunta! No cree en Dios, pero sí en la Difuntita".

Los gauchos devotos dejan sus herramientas: facones, boleadoras y estribos como ofrendas.
La patrona popular sanjuanina también marcó la historia personal de Caballero.

"Cuando el hombre necesita el apoyo de un ser superior, allí está ella. Mi nieto, que tiene dos años, está vivo de casualidad. Nació con una infección generalizada, y nosotros hicimos una promesa a la Difunta, rogándole por el chico... y está vivo, ahí lo ven", cuenta el abogado, visiblemente emocionado.
"No veo incongruencia entre el pensamiento católico apostólico romano y la creencia popular. No es un paganismo despreciable, y hay que respetarlo porque por algo nos aferramos a esta creencia", dice.
Y concluye: "Si el pueblo tiene inclinación hacia estos santos, es porque hay un vacío en otra parte, ¿no?"
BBC

EL GAUCHO GIL

Corrientes, tierra de esteros. Allí nació Antonio Mamerto Gil, un gaucho que conoció la guerra a edad temprana, cuando lo reclutaron para luchar en la campaña bélica contra Paraguay.
La leyenda dice que Gil vino al mundo en 1847, cuando las luchas civiles entre los celestes y los colorados tenían en vilo a los pobladores de la región del Litoral, en el noreste de Argentina.
Cuando el coronel Juan de la Cruz Zalazar citó a todos los hombres en edad de ser incorporados a la milicia, el Gaucho sintió que no podía salir nuevamente al campo de batalla.
En sus sueños, decía haber recibido una iluminación del dios guaraní Ñandeyara, quien le había revelado que los hermanos de sangre no debían tomar las armas para luchar entre sí.
Siguiendo el mandato divino, Gil se convirtió en un desertor del ejército: un hombre al margen de la ley que hizo del monte su hogar, y de la huida, su modo de vida. El Gaucho sabía que pagaría caro esta decisión.
El coronel Zalazar organizó una partida policial para salir en su búsqueda. El objetivo de las fuerzas del orden era detener al desertor, y llevarlo a la ciudad para juzgarlo.
El defensor de los pobres
Antonio Gil dedicó su vida en la clandestinidad a corregir lo que, según la misma revelación del dios de sus sueños, era un desajuste en el reparto de la riqueza.

Este gaucho nómada se convirtió, por propia convicción, en una especie de Robin Hood de las pampas: según la tradición oral, robaba ganado a los terratenientes de la zona para repartir luego su botín entre los más pobres.
No hay muchas certezas sobre cómo fue el final de su vida. Se dice que una patrulla lo halló durmiendo bajo un árbol, y lo detuvo de inmediato.
Él se entregó mansamente, conocedor del castigo que lo esperaba por los cargos de desertor y ladrón.
Entre los policías se encontraba un tal Velázquez, quien conocía y respetaba al Gaucho. Este veterano coronel decidió interceder por Gil, y se presentó ante Zalazar para pedir clemenecia para el detenido.
Zalazar le dijo que, si quería probar su inocencia, debía recolectar 20 firmas entre los habitantes de Mercedes, el poblado natal de Gil, que pudieran dar fe de las buenas intenciones del acusado.

Velázquez cumplió con la misión, pero el petitorio salvador con las firmas de los vecinos llegó tarde.
Los soldados ya habían llevado al reo rumbo a la ciudad, y lo habían matado en un alto en el camino. Todos sabían que, en esa época, ningún preso llegaba a destino para ser juzgado.


Sangre junto al árbol
Antes de morir, sin embargo, el Gaucho hizo gala de una facultad sobrenatural sobre la que luego se basaría su historia de santidad.
Según los relatos de la época, Gil miró a los ojos a su verdugo y le anticipó que su hijo caería gravemente enfermo.

"Cuando te den la noticia de su estado, tú reza e invócame para que interceda ante Dios por la vida de tu hijo", le dijo.

"Así, mi sangre inocente no habrá sido derramada en vano", agregó.

Luego, murió colgado de un árbol, cabeza abajo. La sangre que manchó su pañuelo de cuello se convirtió así en el símbolo de este personaje, que hoy es honrado con banderas rojo rabioso.


El presagio se cumplió esa misma noche. Cuando el policía llegó a su casa y halló a su hijo moribundo, decidió rezarle al Gaucho, darle digna sepultura y construirle una cruz con ramas de ñandubay que colocó sobre su tumba.

Allí, en el lugar donde se dice que Gil murió desangrado, hoy se erige el santuario en el que millones de personas que creen en sus poderes se acercan cada 8 de enero, en el aniversario del fallecimiento del gaucho de los pobres.

Con ritmo de chamamé

Junto a la ruta provincial 123, que une la ciudad de Mercedes con Corrientes capital, todos los 8 de enero se improvisa un multitudinario campamento.


Son los devotos del gaucho Antonio Gil, que llegan después de transitar cientos de kilómetros.
Muchos viven en los alrededores de Buenos Aires, y se han llevado con ellos la tradición de este culto campesino. Ahora, vuelven al pago para visitar el santuario mayor de este santo popular "en ascenso", que ha multiplicado notablemente su poder de convocatoria en la última década.
Mientras flamean las banderas rojas, toda la noche suenan los acordes del chamamé, un género folklórico característico del noreste del país que integra elementos musicales de los indios guaraníes con la tradición instrumental de los inmigrantes de Europa del este, llegados aquí en el siglo XIX.
No hay descanso para músicos y bailarines. El calor no cede, pero no hay devoto que se rinda.
Mientras corre el vino tinto, bebida apropiada para un culto en tonos de rojo, se escuchan los sapucay, gritos celebratorios que son parte de la cultura chamamecera.
"Al Gaucho se lo celebra con la tradición de nosotros, de los del campo", explica Miguel Angel González.

Yo bailo para él... Sé que me mira mucha gente [cuando bailo], pero mi espíritu, mi corazón es para el Gaucho

Maggie, devota del gaucho Gil
Su pareja de turno es Maggie, una devota que entiende que la pista de baile es mejor que los altares a la hora de dar gracias.
"Estoy lista para bailar, porque llevo una promesa de por vida. Yo soy una hija del Gaucho que ha vuelto a nacer. He luchado muy fuerte contra un cáncer, y aquí estoy, y para siempre, a la par de Antonio Gil", relata.
Entre canción y canción, agrega: "Yo bailo para él... Sé que me mira mucha gente [cuando bailo], pero mi espíritu, mi corazón es para el Gaucho".
Al galope y con banderas

Para conmemorar la muerte trágica, los seguidores de Antonio Gil participan en una misa, muy temprano a la mañana, en la parroquia de Mercedes.

Desde allí parten luego en procesión, a caballo, en vehículos de motor o simplemente caminando. Con atuendos colorados y banderas al viento, los devotos recorren los ocho kilómetros que los separan del santuario, y son recibidos por el tronar de las bocinas.

"Siempre fui devoto del Gaucho, por eso es que nos gusta desfilar todos los años", dice Raúl Sosa a BBC Mundo.

"Le soy fiel porque es muy milagroso para con el pobre. Acá somos todos allegados a él, porque él comparte los valores de las personas, de los humildes... Es que él era un gaucho humilde", reflexiona, mientras se seca las gotas de sudor que se deslizan debajo de su sombrero de ala.

Para Adolfo Maidana, quien llega montado en un zaino bautizado Chispazo, la visita al santuario tiene por finalidad agradecer un milagro concedido.

"Me habían robado mi caballo, y a los siete días lo recuperé. Cuando lo estaban por cargar, se rompió el camión donde se lo llevaban, y así lo recuperé. Vengo a cumplir mi promesa, porque le pedí ayuda y ahí está, me devolvió el caballo", relata.
Vino, tatuaje y cigarros

La vida díscola de Antonio Gil, quien forjó su leyenda de santidad a fuerza de enfrentarse a la norma y evadir a la justicia, congrega a algunos fieles que ven en él un ejemplo a seguir.

Según la tradición oral, Gil supo pasarla bien en sus años mozos. Hoy, las ofrendas de alcohol y los cigarrillos encendidos junto a su tumba dan cuenta de ese pasado.

Junto al río de cera roja que se funde con el vino tinto, al pie del árbol donde se cree que el Gaucho murió ahorcado, Mariel reza con los ojos cerrados.
Acaba de dejar múltiples objetos a modo de ofrenda: ropas, muñecos, velas, y una botella a medio tomar.
"¿Por qué? Porque él me ayudó mucho, con todo...
compré mi casa, mi familia se juntó. ¿Qué más puedo pedir?", dice, y los ojos se le llenan de lágrimas.
La mujer también deja a los pies del árbol una imagen del Gaucho, hecha en cerámica pintada, chamuscada y partida en dos. Cuenta que se le ha prendido fuego.

"Dicen que cuando se quema hay que cambiarla, es una señal de que el Gaucho ya no quiere estar en esa casa sino que quiere volver aquí, al santuario... Igual, la imagen que uno tiene en la casa hay que reemplazarla todos los años, por eso yo la traje y ahora me llevo otra", añade Mariel.

Otros devotos hacen lo mismo que ella. La tumba y la cruz están rodeadas de estatuillas con un Gaucho de vincha y bigote, pañuelo rojo al cuello, boleadora en mano y chiripá.
Más allá, cientos de puestos de venta ofrecen figuras idénticas, que los peregrinos compran por docenas.

http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/2006/rituales_de_la_ruta/newsid_5005000/5005482.stm


BBC


Arte sacro en versión popular
Valeria Perasso
BBC Mundo

La historia de devoción de Daniel Barreto nació, como para muchos otros seguidores de santos populares, al costado de una ruta argentina.

En sus viajes por el país, Barreto, de profesión artista, empezó a documentar los altares a la vera del camino.
Sacó fotos. Muchas. El proceso de registro fotográfico comenzó cuando las ermitas improvisadas eran todavía escasas, concentradas en el noreste de Argentina.
Diez años después, esas fotos dispararon nuevas ideas, que se plasman en las series de cuadros dedicados al Gaucho Gil que Barreto ha exhibido en distintas galerías de Buenos Aires.
"La omnipresencia del color en el culto me sedujo. Me llamaron la atención las banderas rojas, que flamean en el viento en los altares, y están siempre rodeadas de ofrendas", revela el artista.
Cuando Barreto comenzó a investigar la historia de Antonio Gil, descubrió que había nacido en Corrientes, y lo sintió como un llamado personal.
"Me sentí atraído hacia el personaje: mi padre era paraguayo, y yo tengo un vínculo fuerte con el Litoral, de donde proviene el Gauchito. Además de lo estético, hubo una cuestión de cercanía", explica.
Instalación colectiva
El altar como espacio de encuentro, pero también como materialización de una fe que necesita de objetos para expresarse, es el elemento central en la obra de este artista


Barreto llevó adelante una investigación sobre las ofrendas que deja la gente en los altares, que varían según la naturaleza del favor pedido al santo, y se interesó en la "arquitectura" que va tomando forma a partir de estos objetos.
"En el santuario que está cerca de mi casa, por ejemplo, hay muchísimos vasos de vino, que acercan los devotos que tienen un problema. Esos vasos van quedando, y se va formando una arquitectura particular e irrepetible", relata el autor.
En base a sus observaciones, el artista comenzó a construir altares con su pincel: a dibujar y dar color a los distintos espacios que los devotos arman, en sus casas o en las rutas. Altares que son, esencialmente, una creación colectiva.
"La gente pide cosas que no puede pedir en la Iglesia católica. Lo bueno y lo malo están permitidos, y no hay ningún límite. Esa noción de libertad se plasma en mi obra", dice Barreto.
Del arte a la fe
La relación de Barreto con el Gaucho Gil fue más allá de un amor pictórico: la fe de los seguidores con los que se fue cruzando en el camino lo convencieron de que el fenómeno no sólo era materia de análisis sociológico.

"Sí, soy devoto. Primero fue seducción estética, pero luego me fui haciendo totalmente devoto. No sólo del Gauchito, sino de todos los santos populares. Aprendí a compartir la fe de otros creyentes en los que basé mi trabajo", confiesa el artista, quien además se reconoce católico.

"No hay contradicciones. En Brasil, por ejemplo, es normal que los santos católicos convivan con los afrobrasileños. Mi ser religioso tomó mucho de ese sincretismo, que no es tan común en Argentina", opina.

Y también en el aspecto visual la religión popular se mezcla con el catolicismo establecido.

"La imagen del Gauchito en los comienzos de su devoción era la de un hombre común: morocho, de vincha y pelo largo, propio de su provincia. Ahora, se ha hecho más prolija, y se parece cada vez más a Cristo. Es una manera de legitimarlo", concluye el artista, que actualmente trabaja en la edición de un libro sobre el tema en la colección Arte Brujo.

Con raíces en la tradición oral, elementos guaraníes, y una fascinación evidente por la geografía de la región, el arte de Barreto es estilizado, estridente a la vez que elegante, con un aire kitsch y algo burlón que hace aún más evidente la dimensión material de los cultos populares.

El Gaucho es, a la vez, figura central y destinatario de su obra: arte entendido como una ofrenda al santo que da, a cambio, protección y bendiciones.

EN
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/2006/rituales_de_la_ruta/newsid_4873000/4873464.stm

"LOS MILAGROS DE GILDA"

Intermediaria y sanadora

El Santuario de los Milagros de Gilda está a apenas 130 kilómetros de Buenos Aires por la ruta número 12, en el rincón sur de la planicie entrerriana.
Literalmente, en medio de la nada. Pero muy cerca de donde la cantante popular terminó sus días.
Es fácil dar con el lugar: se lo reconoce por la cantidad de vehículos que están parados al costado del camino, por las flores plásticas de colores chillones que contrastan con el verde uniforme del paisaje, y por las cumbias pegadizas que suenan por los altavoces del predio.
Este santuario sencillo es fruto del emprendimiento de Carlos Maza, un devoto de la cantante que, como signo de gratitud por un milagro recibido, decidió construir y administrar un lugar de culto para su santa patrona.
"Todo comenzó cuando nació mi hijo con un tumor. Justo prendí la televisión y vi un programa en el que un grupo de seguidores de Gilda contaba historias milagrosas ocurridas por su intermedio, y decidí rezarle con fuerza", relata Maza a BBC Mundo.

"La desesperación de un padre ante la enfermedad de un hijo te hace ir más allá de cualquier frontera. Si te dicen 'andá allá, que se te cumple el milagro', uno lo hace", agrega.
Maza, como otros fans de Gilda, cree que la cantante tenía poderes de sanación que ya se habían manifestado durante su vida.
"Por eso la gente pedía que ella les tocara la cabeza... tenía un don y sus seguidores lo sabían", expresa Maza.
El hombre no duda de que sus pedidos fervorosos tuvieron efecto. Su hijo fue operado con éxito y, una semana después, viajó con la familia al paraje entrerriano, a agradecerle a la fallecida cantante.
Allí junto a la ruta, donde estaban desparramados los restos del autobús del accidente, construyeron un monolito con una cruz, que luego fue trasladado varias veces por cuestiones de seguridad: la cantidad de gente que visitaba el paraje se convirtió en un peligro para el tránsito por la ruta nacional.


"Seguro que hay gente que lo podría haber hecho mejor que yo, porque tiene mayor poder adquisitivo... pero el elegido fui yo. Por eso, con mucho esfuerzo compré el predio y ahora nos pertenece. A nosotros, y a Gilda", revela el administrador.
En la adquisición de la finca, Maza también asegura que se nota la mano de la cantante: "Si tomás las medidas del terreno, de cualquier manera que las sumes, siempre dan siete: el número místico de Gilda. Es una señal..."
¿Cree que ella es santa, entonces?, le preguntamos.
"Bueno, va en la fe de cada uno. Lo que es seguro es que desde arriba, la flaca nos está ayudando. La humanidad, no sólo la Argentina, está en busca de nuevas creencias, y Gilda fue un ser maravilloso que nos sirve de modelo."
"Mi paraíso terrenal"
Roberto Cuesta es cordobés, mecánico de ocupación y visitante frecuente del santuario a la vera de la ruta.
Viaja hasta allí cada domingo que puede, y llega puntualmente con su familia todos los 7 de septiembre.
"Vengo desde hace ocho años, uno menos de los que lleva Gilda muerta. Primero fue por una promesa que había hecho por mi nieta Agostina, y luego seguí pidiendo otras cosas", relata Cuesta.


"Yo hago mil kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, estoy sin dormir y me siento como si nada... como si recién me hubiera levantado. Es que aquí hay una energía especial, y yo siempre digo que, si tengo que morir, me gustaría morirme acá, porque es mi paraíso terrenal", afirma.
La devoción de Cuesta tiene fecha de inicio: la del nacimiento de una nieta con un problema digestivo grave, que luego se complicó con una neumonía.
Después de una seguidilla de visitas a médicos y curanderos, la familia decidió apelar a los presuntos poderes sanadores de la cantante popular.
"Nadie podía explicar qué tenía mi nieta. Los médicos ya nos habían avisado que no iba a sobrevivir. Cuando nosotros hicimos la promesa a Gilda, se mejoró de repente. La llevamos al hospital ocho días después, y el médico no lo podía creer", revela el devoto.
Aunque se define como "muy católico", Cuesta tiene un altar en su casa dedicado a la cantante. Allí no faltan las velas - una cada día, puntualmente, para cumplir con la promesa de por vida.
"Para mí es mi Dios... mi salvadora. Como católico, le he pedido a muchos santos, pero no me escucharon. Esta mujer sí, así que yo tengo que creer. Me cansé de pedir, y de ir a la Iglesia. Será que ésta era la santa para mí", reflexiona el cordobés.
En señal de gratitud, a la nieta menor la bautizaron Gilda.


EN: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/specials/2006/rituales_de_la_ruta/newsid_4954000/4954930.stm

La santa de la música y el amor

En un hogar de clase media, en un barrio porteño cualquiera, Miriam Alejandra Bianchi imaginó una vida sin grandes logros ni sobresaltos.
Educada en un colegio religioso, y de profesión maestra, Miriam fue desde joven el soporte de su familia.
Tenía sólo 16 años cuando, en 1977, murió su padre y debió hacerse cargo del hogar. Se casó luego, tuvo dos hijos, y guardó para sí su pasión por la música y el deseo secreto de convertirse en cantante.
Todo cambió el día en que leyó un aviso en el periódico, en el que pedían vocalistas para un grupo musical. Su voz y su carisma le ganaron un lugar en una banda de género tropical, y su familia cedió, después de una oposición tenaz, a que incursionara en el mundo del espectáculo.
Miriam se convirtió en Gilda, en honor a la femme fatale que encarnaba Rita Hayworth en la película del mismo nombre.
En los comienzos de su nueva carrera conoció a Toti Giménez, compositor y tecladista, quien más tarde se convertiría en su pareja y, según dicen los que conocieron de cerca a la cantante, en el hombre encargado de forjar la leyenda de Gilda.


Fue él quien la convenció de lanzarse como solista y la apoyó en la lucha contra las compañías disqueras, que por entonces creían que el mundo de la música popular era exclusivo para voces masculinas.
Al corazón de la bailanta
"De corazón a corazón" se llamó su primer álbum, editado en 1993. A éste le siguieron otros dos, y después llegó "Corazón Valiente", el más exitoso de su carrera.
La fórmula funcionaba a la perfección: letras sobre amores contrariados, una imagen entre seductora y angelical, y centenares de presentaciones para que los fans pudieran verla en vivo y en directo.
Gilda se convirtió así en un torbellino que revolucionó el mundo de la bailanta, un género popular inspirado en la cumbia colombiana que suma adeptos entre las clases populares en la misma medida en que es mirado con desdén por los intelectuales.


Tenía 35 años cuando ocurrió el accidente trágico que le costó la vida, en septiembre de 1996. Sucedió cuando transitaba con sus músicos en un autobús, intentando cumplir con una seguidilla agotadora de shows.
En la llamada "ruta de la muerte", la número 12, que une el noreste argentino con Paraguay y Brasil, el bus fue embestido por un camión, y la cantante murió en el acto, junto con otros seis pasajeros. Entre ellos, su madre y su hijo menor.
Poderes sobrenaturales
Gilda ya había ganado en vida fama de sanadora.
La misma cantante relató, en varias entrevistas, que recibía visitas de fans que creían que ella podía curar enfermedades. Le pedían, simplemente, que los tocara o abrazara.
Muchos de ellos se presentan cada año en el santuario erigido a la vera de la ruta 12, para dar testimonio de la intervención milagrosa de Gilda en sus vidas.
Para algunos una santa, para otros una intermediaria ante Dios: Gilda es el modelo de devoción de estos tiempos, al que sus fieles sienten que pueden hablarle de igual a igual.


Le llevan flores de plástico, vestidos de novia, instrumentos musicales... a cambio de curaciones, trabajo o éxitos artísticos.
Más tarde, una serie de acontecimientos contribuyeron a alimentar el mito: una cinta con una grabación casera en la que Gilda cantaba sobre una imaginaria despedida sirvió de prueba para sus seguidores, que creen que la artista podía predecir el futuro, e incluso su propia muerte.
También, una serie de coincidencias en torno al número siete adquirieron carácter místico.
Siete personas fallecieron en el accidente, a las siete de la tarde de un día siete. Y con el número siete estaba rotulada la bolsa de la morgue en la que se llevaron los restos de la cantante, después de rescatarlos de entre los hierros retorcidos.
Esa montaña oxidada de lo que alguna vez fue un autobús, está en el centro del Santuario de los Milagros de Gilda: un emprendimiento humilde, fruto del esfuerzo particular de uno de los tantos creyentes en esta cantante devenida santa.
Allí, todos los 7 de septiembre llegan aquellos que buscan música, salud y algo de amor.
BBC

MESTRE NICANOR E LINO VALLE

Lino de las Mercedes Valle

INICIAMOS ESTE AREA CON UNA HISTORIA DEL "PROFESOR LINO VALLES", GRAN ESPIRITU MUY QUERIDO POR LOS ESTUDIANTES. ES FIEL SERVIDOR DE LA DIOSA Y CONSIDERADO COMO SU APÓSTOL Y PIONERO EN EL CULTO.

Crónicas del más allá: El hombre que venció a muerte - 25 Septiembre 2004 - 17:48

(Abelardo Ramírez).-


«Bienvenidos a la tumba del profesor Lino de las Mercedes Valle, la fuerza de la Corte Celestial y Chamarrera».


Esta elocuente inscripción encontrada en una cripta llena de alamares, jinetas, galones, charreteras y demás arreos e insignias militares, amén de libros, togas y birretes, dejados allí en agradecimiento por los favores recibidos, bien podría ser la presentación de la majestuosa tumba de un poderoso personaje o de un milagroso de la más elevada alcurnia santoral.

¡Quién lo creyera!


¿A quién van dirigidos estos honores y la devoción de personas de todos los estratos sociales: ricos, pobres, humildes, poderosos, amas de casa, estudiantes, profesionales, comisarios de policía, oficiales del Ejército y personas venidas de todos los contornos del país y del exterior para pedir favores y milagros o dejar testimonio de agradecimiento por los favores recibidos?

A un humilde hombre de muy baja estatura, analfabeta, nacido y muerto en Chivacoa, estado Yaracuy y enterrado en el Cementerio Municipal a cuya tumba llegan caravanas de carros desde Oriente, Centro y Sur, los Andes y el Litoral y romerías procedentes de las islas del caribe y las Antillas, unos para pedrile milagros y otros para dejar en su tumba objetos en reconocimiento por las gracias concedidas.

Duelo con la muerte

Uno de los tantos casos asombrosos de curaciones realizadas por Lino Valle, en vida, y recordado hasta ahora en todo el estado Yaracuy, fue el de Concepción Piña. Varios testigos que aún viven, como Eugenia Durán, Rosa Soteldo, Benjamín Rodríguez Querales, Aniceto Casola y Tomás Ascanio, relatan la lucha evidente de Lino contra unas fuerzas extrañas, para arrebatar a Concepción de las garras de la muerte.

Todos coinciden en que la enferma estaba más del otro mundo que de éste, pero Lino, al verla dijo: «¡venceremos la muerte!», y como si esta hubiera sido su consigna de batalla, el cuerpo de Concepción comenzó a estremecerse con violentos espasmos que las frágiles manos de Lino controlaban con facilidad. Era una batalla entre dos fuerzas contrarias, que todos podían ver. De la pequeña figura corporal de Lino se sentía salir una fuerza descomunal capaz de derribar las más fieras bestias y de su boca salían las más enérgicas palabras desafiando el poderío de la muerte.

Hasta que venció

El cuerpo de Concepción Piña dejó de temblar, se desvaneció como muerta y Lino, recostándola suavemente sobre la cama, respiró profundo y con voz entrecortada y ronca por el esfuerzo realizado, se dirigió a todos diciendo: «La hermana Concepción ha regresado de más allá de la muerte».

La crispación de las manos, la rigidez de todos los músculos y de las facciones de la cara y el abundante sudor que empapaba sus ropas eran signo evidente de la desigual lucha de este hombre de pequeña estatura contra una fuerza extraña, a la que logró vencer.

Fiel y elocuente testigo de este triunfo de Lino sobre la muerte fue la misma Concepción Piña, que vivió más de cien años.

La curación de Rosa Casola

Otra curación milagrosa realizada por Lino Valle que marcó un hecho histórico en Chhivacoa y sus alrededores fue el de Heraclio Casola y su hija Rosa, y aún recordado por Aniceto Casola, hijo de Heraclio y hermano de Rosa.

Relata Aniceto que su hermana, a la edad de 15 años, sufrió una rara enfermedad que la postró en cama durante meses, con ataques convulsivos y caída de cabello. Al llevarla a la presencia de Lino, éste comenzó a recitar sus secretas oraciones, a hacer pases de manos sobre su cuerpo y a aplicarle paño de agua con plantas silvestres durante varios minutos, al cabo de los cuales le dijo que se podía ir por sus propios medios, que ya estaba curada. «Mi hermana no volvió a sufrir ataques, le volvió a crecer el cabello, se casó, tuvo cinco hijos y murió a la edad de 58 años, concluye diciendo Aniceto Casola.

Cuando tembló en El Tocuyo

Otro hecho recordado por Aniceto fue en una reunión de amigos en la cancha de bolas criollas, cerca del cementerio, en los años cincuenta, cuando irrumpió Lino con la adavertencia que en pocas horas habría un temblor, se inundaría un pueblo y morirían varias personas. «Incrédulos no hicimos caso y varias horas después llegaron con la noticia del temblor en El Tocuyo en donde uno de los muertos fue el hermano de Rodríguez, compañero nuestro en el juego de bolas criollas», dice Aniceto.

Ahogado en El Tamarindo

Otro de los muchos testigos de los hechos prodigiosos realizados en vida por Lino Valle es Tomás Ascanio, actual administrador del Cementerio Municipal, hijo de Maglovia Ascanio, madrina de Lino.

Uno de los hechos anecdóticos que recuerda Tomás es cuando el río se lo llevó a la alturaa del sitio llamado El Tamarindo, y cuando todos lo dieron por muerto, lo encontraron enterrado hasta el cuello en la arena a la orilla del río, sano y salvo. El atribuyó el milagro a la Diosa María Lionza, que lo protegía para que propagara su fé.

Cábala sobre su nacimiento

Una persona nacida el 5-5-5 por fuerza de la cábala numerológica no podría ser alguien que pasara desapercibido por la vida. Así como el 6-6-6 es el signo de la gran bestia, el 5-5-5 simboliza la fuerza espiritual. La parábola vital de Lino Valle estaba marcada desde su nacimiento. Lino nació el 5 de mayo de 1905, es decir, el 5-5-5.

La fuerza vital y el poder espiritual de Lino no están sólo reflejados en los prodigios y milagros que se le atribuyen en vida y después de muerto, sino más que todo en la pujanza y expansión de su mensaje espiritual sobre la Reina María Lionza y su morada en las montañas de Sorte.

Culto a María Lionza

Fue Lino Valle el primero en andar, en compañía de Rosa Soteldo, predicando el culto a María Lionza y en abrir caminos hacia la montaña, culto que ha traspasado las fronteras de Venezuela y al que se adhieren diariamente miles de seguidores en el mundo entero.

El, como los primeros apóstoles del cristianismo, andaba haciendo milagros y difundiendo la buena nueva de una Diosa lugareña con su cohorte de espíritus y su palacio en las montañas de Sorte.

Rosa Soteldo, nacida en el monte El Ceibal, hoy una enérgica anciana de 84 años de edad, menuda y ágil como una gacela, a pesar de sus años, vive en un humilde rancho a la salida de Chivacoa, donde comienza el camino hacia las montañasde Sorte y Quibayo. Si Lino Valle y Rosa Soteldo no hubiesen existido, el mito de María Lionza estaría en el limbo.

Con orgullo, Rosa Soteldo nos cuenta el caso de la señora Graciela Díaz, devota de Lino Valle, venida de Valencia en busca de ayuda por un mal que le paralizaba las manos y los pies todos los viernes. Invocando el espíritu de Lino, Rosa descubrió que esa parálisis se debía a un fetiche bautizado con su nombre y enterrado con prendas personales, en un cementerio, por venganza de unos familiares que se sintieron maltratados en la repartición de una herencia.

Asombrosa predicción

Ante la insistencia para que invocara el espíritu de Lino Valle en presencia nuestra, nos pidió que soltáramos los brazos y los pies, que no cruzáramos los dedos y con una asistente o banco al lado, dió inicio a un ritual de movimientos cadenciosos y voces ininteligibles invocando la presencia del espíritu de Lino de las Mercedes Valle. Ante el asombro general del reducido grupo de personas que estábamos presentes, esta menuda mujer blanca, de 84 años de edad, comenzó a transfigurarse contorsionando el cuerpo, abriendo y cerrando los ojos y la boca espasmódicamente y lanzando sonidos guruturales. Nuestro asombro y estupor llegó al límite cuando, con voz pausada pero firme, dijo: «tomen nota para que lo confirmen y luego lo divulguen. Muy cerca de la fiesta de la Reina, habrá un acontecimiento que marcará la historia. La imágen de la Diosa Reina se fracturó como advertencia».

Al terminar la frase, la médium entró en profundo supor. Guardamos silencio respetuoso esperando poder profundizar sobre tan asombrosa predicción. De repente le dió un sorpresivo estremecimiento a través de todo el cuerpo y despertó del trance. Ya vuelta en sí la interrogamos sobre lo sucedido y sobre sus últimas palabras y nos recordó que quien habla a través de la materia es el espíritu invocado y que la médium nada recuerda sobre la experiencia.

Las cortes de María Lionza

Lino Valle, que en vida recibía los espíritus de las cortes de la Diosa María Lionza, después de muerto pasó a formar parte de una de ellas al lado de Guaicaipuro y Tamanaco, de Bolívar y Miranda, de Shangó y las 7 Potencias Africanas, de José Gregorio Hernández y José María Vargas, espíritus que bajan a la tierra y se incorporan en el cuerpo de los médium o materia, con el poder de la Reina para la curación de los males del cuerpo y del espíritu.

Médium o materia propia

Eugenia Durán conoció a Lino Valle cuando ella tenía 7 años de edad y su mamá la mandaba a preparar café para «El Profesor», como todos le decían. Dos o tres años después Eugenia se fué a vivir a Maracay, estado Aragua.

Después de muerto Lino, Eugenia regresó de Maracay, para visitar la tumba del «profesor» y así lo hizo. Estaba haciendo oraciones para el eterno descanso de su alma cuando una voz le susurró al oído: «Gracias Eugenia, siempre me acuerdo de su cafecito».

Después de esa comunicación, Eugenia se convirtió en su médium o materia, además de la fiel y devota vigilante de su mausoleo.

A partir de ese momento, Eugenia comenzó a hacer uso de sus prodigiosas facultades de médium para prolongar en la tierra de los poderes de Lino y ayudar con su fuerza espiritual a los que acuden a él en busca de ayuda.

Al despedirnos nos dió como recuerdo una de las tantas placas que llevan a diario al cementerio como agradecimiento. (...)

TOMADO DE:


el mundo de la sra Carla

NICANOR OCHOA

Don José Nicanor de las Mercedes Ochoa Pinto Morillo nació el 19 de febrero de 1868 en Miranda, y murió el 17 de mayo de 1957, a los 89 años de edad.

Es conocido como el poderoso Brujo que cura (y mata) las 24 horas (no en 24 horas como dicen por ahí).

Era un hombre muy elegante y mujeriego, tuvo siete esposas e innumerables hijos.

Uno de sus trucos favoritos era hacer brotar de la nada una serpiente, que inmediatamente abandonaba, mientras la gente se entretenía matándola, él se marchaba sin importarle el incidente.

Dicen los lugareños que Don Nicanor se tumbaba al piso (se acostaba), le entregaba un garrote a las personas y les pedía que lo golpeasen, él se reía, y nadie jamás le pudo propinar un sólo golpe, él se movía muy rápido en el suelo.

No fumaba tabaco, pero si cigarrillos especialmente “Capitolio” y “Continental”, le encantaba tomar café amargo sin azúcar, y era feliz regalándole a todas las mujeres caramelos de coco.

Este poderoso ser se presenta como JOSÉ NICANOR OCHOA PINTO MORILLO, Brujo de Nirgua que cura y mata las 24 horas del día, siempre nombra mucho a la Virgencita del Carmen.

Cada vez que se presenta canta esta canción: Virgen del Carmen patrona de Nirgua, Virgen del Carmen patrona de Nirgua, soy José Nicanor que viene a curar (y a matar).

Al respecto, siempre ha pedido que alguien le componga una canción completa con sus dichos. Situación que continúa vigente.

Don Nicanor murió un día lunes a causa de un infarto. Cuenta unos de sus hijos (que aún vive) de nombre SIMÓN OCHOA que el día anterior a su muerte Don Nicanor tuvo una discusión con un lugareño de Montalbán por una Pelea de Gallos (una de sus aficiones), él poseía un gallo llamado Mantequilla que mataba en sólo dos (2) minutos a cualquier gallo oponente.

Debido a la fama del gallo, un día una persona que había apostado dinero, desistió de la apuesta, tal fue la molestia causada por el retiro de la apuesta que Don Nicanor se retiró diciendo: "NUNCA MÁS VOLVERÉ A PISAR ESTA GALLERA, NI A JUGAR GALLOS”, según Simón producto de este malestar su padre amanece el día lunes muy mal y en la tarde muere.

Don Nicanor es la Luz más elevada de la CORTE YERBATERA O CHAMARRERA, a la cual pertenecen otros seres de luz como EMILIANO DE LA HUERTA, y un gran amigo de nombre FRANCISCO CEBALLOS el cual nombra frecuentemente, al igual que a su compadre por sacramento Don APOLINAR CAMPOS que muere el 23 de marzo del año 1963, y está enterrado al lado de Blanca Campos en el cementerio de Nirgua.

Don Nicanor tuvo una esposa legal llamada MARIA EUFEMIA, y seis amantes más: MARIA ANTONIA, MARIA EUSTAKI, MARIA SURFELIA, SARA MARIA y otras que curiosamente todas tenían como nombre María.

Cada una vivía por separado y a todas atendía como hombre, igualmente con todas tuvo hijos.

Alguno de sus hijos son: Aristóbulo (muerto), Simón (trabaja en el correo de Nirgua) y Nicanor (Nono como le dicen y es evangélico cristiano).

La madre de Don Nicanor se llamaba MARIA ANTONIA FRANCISCA, su padre era ABDÓN OCHOA.

Don Nicanor tiene una hermana que se llama JESUSITA OCHOA, tuvo un hermano de nombre NICOMEDES OCHOA, quien se encargó de Criar a ANA CARMONA y a CRISTINA CARMONA. Nicomedes ya ha muerto, y las dos niñas Carmona están vivas en Caracas.

Su refrán preferido al ver a una persona que tenia tiempo sin ver era: "AVE DE MAR POR TIERRA... URRACA SEGURA"

Como dato curioso indicamos que El General LUCAS RINCÓN ROMERO, como todos sabemos fue quién dio la noticia que Chávez había renunciado, fue el que construyó de su propio peculio el mausoleo de Don Nicanor.

Algo misterioso es que dentro de ese mausoleo está enterrado además de Don Nicanor, un angelito (suponemos que es un niño) de quien nadie sabe ningún detalle de él.

Don Nicanor en las fiestas solía sacar pañuelos de su boca, que regalaba a todas las mujeres presentes.

Por: SraCarla

TOMADO DE:
EL MUNDO DE LA SRA. CARLA

ORACIÓN A JOSE NICANOR OCHOA PINTO MORILLO

DON JOSE NICANOR OCHOA PINTO MORILLO

En el nombre del Padre Creador , pido la fuerza para hacer esta invocacion al hermano Don Jose Nicanor Ochoa Pinto Morillo, Brujo entre los Brujos De Nirgua; Santo varon de cementerio , con tus resos y oraciones espanta al enemigo oculto, ayudame a combatir el poder del maligno ... Ave Maria Purisima , Con Dios delante de mi y Santa Maria en mi cabeza yo revoco toda clase de hechizo, brujerias, trabajos tacitos y compuestos, rituales solenmes y toda clase de daño que venga hacia mi cuerpo o ha mi espiritu, Pues invoco a las santas animas benditas para que custodien mis caminos, por la Luz del Altisimo y la ayuda de Juan Bautista Campos Don juan del tabaco y el hermano Don Nicanor Ochoa Pinto Morillo , Reviento toda clase de mal fluido amen